Pedrola. Doce y media del medio día. Calor intenso que no refresca ni la fuente que preside la plaza donde sita el palacio de los Duques de Villahermosa.
Un lugar de culto a la cultura, por donde pasó entre otros y escribió pasajes del Quijote D. Miguel de Cervantes, seguro que la frecuencia dejada en ese lugar por tan ilustre español ha provocado el cruce de culturas y el encuentro inesperado con Ramón Torres.
Por si no ubicas de quien se trata, Ramón es un pedrolero, un aragonés pero además de ello, puedo, quiero y debo presumir de ser amigo suyo y contar con el privilegio de enriquecerme cultural y pluralmente con él en numerosos viajes deportivos que hemos realizado.
Y me jacto de ello, por qué si de algo ha de jactarse un hombre es de la cultura que adquiere y de las culturas que conoce, algo que sin lugar a dudas nos da capacidad de ser más libres, y más tolerantes con las diversidades culturales que habitan por el planeta, y Ramón de esto sabe un rato, desde luego será raro que no haya un rincón de la tierra que no haya pisado, o que haya un idioma o una cultura que no conozca.
¡Ah, perdona! Que no he ido al grano de la cuestión, pues verás, Ramón Torres es un aragonés ilustre, Director de Proyectos de satélites medioambientales de la ESA (Agencia Espacial Europea) y astronauta (sustituto de Pedro Duque si este no podía viajar al espacio), que para mi sorpresa y conociendo a sus hermanos, aficionados a los toros, pensaba que él lo había sido de toda vida, y no, se aficionó en 1991 de la mano de un compañero alemán.
Según cuenta Ramón tras cursar sus estudios en Madrid en la época del nacimiento constitucional lo cool era rechazar todo a lo que a españolidad del antiguo régimen suponía, y era normal pues el régimen limito la cultura y se apropio de otras, entre ellas la tauromaquia, esa que pese a quien le pese no entiende de ideologías políticas.
Pues bien, viniendo de un entorno anti toros durante su época estudiantil, y ya ubicado en Holanda, donde todo parecía abocar en que Ramón fuera uno más de todos aquellos que no entienden la tauromaquia, dio un giro inesperado al ser invitado a los toros por compañero alemán doctor en derecho.
Su “debut” en una plaza de toros fue en la vecina Francia, concretamente en la plaza de toros de Beziers, tal y como os he dicho en el año 1991, y en compañía de varias personalidades internacionales más, un británico que hoy en día es Embajador, un canadiense experto en robótica y otro alemán experto en basura espacial.
Extraño y entrañable que por aquel entonces, gente que nada tiene que ver con la cultura española acercarán a Ramón, un español, a ella, y fuera capaz de disociar completamente la parte cruenta de la corrida de la artística y sobre todo ser capaz de no absorber pensamientos e imposiciones culturales por parte de nadie sin antes conocer y sacar sus propias conclusiones.
Es decir, tener la capacidad de adquirir tal nivel cultural y conocer tantas culturas como para apreciar la parte artística que a tantos personajes avanzados a sus tiempos como el creador de cubismo o del daliismo hicieron enloquecer.
Desde entonces Ramón es aficionado a los toros, acompaña cuando su trabajo se lo permite a sus hermanos y sobrinos a alguna corrida de toros, y tengo el privilegio de contar con su amistad y de haberse convertido en un ferviente seguidor mio, algo que salvando mis distancias con el Maestro Ignacio Sánchez Mejías, no así la de Ramón con la de todos iconos culturales de la generación del 27, pues él podría ser un integrante más, me hace revivir esa época tan rica en cultura que vivieron, escritores, poetas, dramaturgos, pintores o toreros…
PD.: Gracias Ramón por compartir conmigo una historia tan entrañable y por dejármela compartir con el mundo entero. Un abrazo.
Por IMANOL SÁNCHEZ