Son las dos de la tarde, después de una mañana de madrugón para realizar mi preparación física, la que me acompaña en el día a día, y una ruta por varias localidades de la provincia de Zaragoza para llevar a cabo reuniones correspondientes a la gestoría taurina de la que soy parte, llego a Alfamén.
Quizás os suene por sus famosos murales de arte urbano o probablemente por su gran afición a los festejos taurinos populares, como bien os podréis imaginar a través de los cuales tengo muchos y buenos amigos en esta localidad. Reconozco que es uno de esos municipios en los que me siento como en el mío. Al llegar se palpa, más de un “capazo” hasta llegar a mi destino, el Restaurante las VV.
Allí espero entre otros a Benito, su propietario quien lleva desde 1983 al frente del negocio, un proyecto hostelero que ha hecho que miles de personas acudan a Alfamén a degustar un plato único, con fama por toda nuestra geografía; el famoso cabrito de Alfamén o de Benito.
Y no es para menos, su textura en el plato, su olor y su sabor hacen que solo de imaginarlo salivemos. Os recomiendo, si no lo habéis hecho, ir de propio a probarlo. ¡Merece la pena! ¡Y si veis a Benito todavía más!
Un tipo entrañable, siempre sonriente, con una pasión por hacer felices a quienes nos sentamos en sus mesas que se contagia, gran aficionado taurino y con grandes figuras del toreo como amigos, no es de extrañar que las VV se haya convertido también en un lugar de parada obligatoria para nosotros, los toreros; raro es no encontrarse alguna vez a Daniel Luque, Borja Jiménez, Javier Jiménez o el maestro Espartaco en sus mesas.
Bueno, o también a Manuel Pérez Mota, sorpresa mía encontrármelo allá, con quien por cierto disfrutamos de una buena charla mientras comemos antes de irnos a tentar muy cerquita, a Longares, a la finca de Javier Soria. ¡Ahhh! Benito no se lo pierde, después de agasajarnos con una comida de puerta grande no ha de perderse lo que le apasiona, el toreo.
Es digno de ensalzar el proyecto rural que ha conseguido Benito y su familia a lo largo de casi cuarenta años al frente del negocio. Han conseguido unir el nombre de su pueblo y su negocio para que sean numerosas las personas que se acercan hasta esta localidad de poco más de mil habitantes para disfrutar del famoso cabrito. En definitiva han conseguido que la gastronomía rural sea uno de los reclamos del municipio para atraer gente foránea.
Benito es una caja de sorpresas, o yo un despistado algunas veces, porque… no será por las veces que he comido en las VV, me acabo de enterar que las bodegas Zagros son también proyecto y propiedad de Benito y su familia. Currantes natos que apuestan sin titubeos por el mundo rural como lugar de desarrollo de proyectos empresariales y lugar para vivir con calidad.
Y no es para menos, Alfamén está a escasos kilómetros de Zaragoza, conectada por la A-23 o la A-2, lo que permite estar conectado con una gran urbe pero con la calidad de vida del mundo rural. Y es que… al final si las conexiones y las infraestructuras en el mundo rural son buenas su capacidad de desarrollo y de vida crece.
Me despido de este nuevo post invitándoos a que me sigáis en instagram y sobre todo no olvidéis parar en el restaurante las VV a degustar el cabrito de Benito. ¡Ya me contaréis que tal!