«La lidia surgió como imperativo de la necesidad: el hombre se vio obligado a enfrentarse con el toro bravo y dominarlo. La persecución y caza formaron parte de los principios taurómacos. En adelante, los más diestros en este deporte irían cobrando fama de valientes, hasta que el deporte acabó virtiendose también en arte, una vez el dominio de la lidia permitió al hombre recrecerse en cada una de las suertes». Recoge la obra de Alnfonso Zapater: Tauromaquias Aragonesas.
Según esta misma obra histórica sobre la tauromaquia, también se indica que: «el origen de la lidia es incierto, y aunque no parece muy probable, otros historiadores atestiguan que las corridas de toros, en su versión inicial surgirían en Grecia pasando posteriormente a Roma». Así mismo estos mismos historiadores cuentan al respecto: «que el emperador Julio Cesar se aficionó al deporte de alancear toros (a caballo) y realizó algunas innovaciones para mejorar su práctica, entre ellas la introducción de la pica» dejando estos en el aire la pregunta de si se debería entonces reservar al emperador romano el honor de ser el primer picador de la historia.
Lo que sí está claro, tal y como dejó escrito para la historia el naturalista Plinio, muerto en el año 79, es que Julio Cesar fue el primero que autorizó el espectáculo taurino, consistiendo este en el derribo del toro por parte del hombre.
Desde luego la obra de Alfonso Zapater no solo deja constancia de los datos históricos de la tauromaquia sino que colecciona muchos de ellos y de varios historiadores invitándonos a reflexionar sobre la tauromaquia antigua e incluso la actual, la que nos concierne a día de hoy.
Por Imanol Sánchez