El escritor y periodista aragonés D. Alfonso Zapater Gil (Albalate del Arzobispo, 19 de julio de 1932 – Zaragoza, 30 de mayo de 2007) recogió en la enciclopedia TAUROMAQUIA ARAGONESA un dato relevante y que deja patente la histórica tradición taurina a la que esta arraigada, tan noble tierra como es la aragonesa.
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Dos aragoneses, uno moro y otro cristiano fueron los primeros que se decidieron torear a pie como profesionales, es decir, poniendo precio a su hazaña realizando esta en las postrimeras del siglo XIV, como bien puede probarse documentalmente. No quedaron registrados sus nombres, pero si lo que cobraban por actuación. La primera e importante efeméride data de 1387:
Dos toreros aragoneses, uno cristiano y otro moro, fueron contratados por Carlos II de Navarra para matar dos toros en la ciudad de Pamplona. Del arrojo y valentía de los diestros nada se sabe, pero si lo que cobraron por su hazaña, dado que actuaban como profesionales. Cincuenta libras les mando cobrar el rey Carlos, y este dato habla por si solo de la complacencia que le produjo al monarca navarro la labor realizada por los diestros. Debieron de dejar buen cartel, porque Carlos III, durante su reinado, también contrato toreros aragoneses para Olite.
La fama de estos primeros matadores de toros se extendio bien pronto por otros territorios, a juzgar por los contratos que les llegaban. El toreo a pie, en Aragón, surgió antes que en cualquier otra región por la ausencia del toreo caballeresco, que tan apenas se practicó.
Pronto se formaron cuadrillas. En Ambel y Borja (Zaragoza) había una de la que era primer «espada» Gabriel Escudo. En Ejea de los Caballeros sobresalía Joseph Ramirez, del que se dice que era muy habilidoso y dominaba todas las suertes. En Jaca existía otra cuadrilla formada por Agustín Sobaco, Pedro Betes, Miguel Muro y Pedro Julian, de la que se sabe que fue contratada en San Fermín.