Hola, hola querido amigo. Hacia unos días que no escribía un post en este apartado de mi web dedicado al medio rural. Seguimos en tierras turolenses poniendo en valor a todos aquellos que apuestan por proyectos en los pueblos.
Nos encontramos en él Bajo Aragón, concretamente en Alcañiz donde siempre que estoy por esta zona me dejo ver. En esta localidad turolense tengo muy buenos amigos y de ellos me gusta disfrutar, entre ellos María qué aunque parezca paradoja, no la conozco gracias a mi profesión, sino por circunstancias completamente ajenas a ella.
Hoy me salto la dieta, cómo se entere Juan, mi nutricionista, se sube por las paredes… Pero un día es un día. Mañana entrenaré alguna hora extra. Y puesto a ello delego en María. Así que me dice -¡Vamos a un sitio diferente!- a pesar de ser un día entre semana.
Me cuenta que es un establecimiento hostelero atípico, regentados por dos personas que han trabajado en lugares diferentes de la geografía española y con personajes de reconocida reputación hasta que decidieron apostar por un proyecto gastronómico en tierras aragonesas.
-Fusionan diferentes aspectos culturales con la gastronomía, y hacen menús acorde a ellos- Me sigue contando María. Desde luego a estas alturas las expectativas me las ha puesto tan altas, que mientras voy andando por el casco antiguo de Alcañiz ya se me hace la boca agua, y no porque tenga mucha hambre solamente. Andando y andando llegamos al Liceo de Alcañiz. ¿Y que pintas allí si ibas a comer? Te preguntaras. Pues bien en este espacio de creación de arte hay un restaurante, Restaurante Liceo, al mando del cual esta Luis el cheff y también Juan el sumiller. Me los presenta María, y lo cierto es que la sensación es bastante agradable. Unos tipos correctos, sin ser serios, pero tampoco el típico que por querer ser gracioso se pasa. Habilidades sociales de 10.
Juan, el sumiller, nos recomienda un vino diferente mientras esperamos nuestra cena, según el, es un vino elaborado con uva desechada, uva reciclada que le da un toque especial. De primeas, si lo hueles o tomas primer sorbo sabe raro, pero luego te deja un regusto diferente en el paladar que te engancha. ¡Vamos, qué me sabe cojonudo!
Un acierto habernos atrevido a acceder a la recomendación. Tanto es así, que delegamos en Juan para que elija lo que vamos a cenar, entre varias recomendaciones nos saca unos chipirones espectaculares, de los que resucitan a los muertos, el resto no os lo desvelo, para que, si tenéis la oportunidad de invertir parte de vuestro tiempo en ir a comer al Restaurante Liceo de Alcañiz, os dejéis llevar por ellos. ¡Os sorprenderán!
Es un día entre semana, y hay que volver a casa. Me hubiera gustado disfrutar más de Alcañiz, pero hay que seguir en la brecha. Si que he de reconocer que en su plaza cumplí algunos de mis sueños como torero, compartir cartel durante dos años, con dos figuras del toreo a los que siempre admiré; Juan José Padilla y El Fandi, verme haciendo el paseíllo junto a ellos y luego compartir puerta grande, es una de esas lecciones que te da la vida cuando uno es constante pase lo que pase en el camino y pese a quien le pese, por ello tengo cariño especial, por supuesto también por mis amigos. 😉
Como a nuestros protagonistas de hoy, que pudiendo desarrollar su proyecto gastronómico en urbes con proyección culinaria, apostaron por el medio rural y sus gentes para crear y repartir felicidad. Desde luego todos aquellos que no dejan de lado el medio rural pese a las nuevas corrientes son dignos de reconocimiento y apoyo, y en ello estamos.
Nos leemos en el próximo post, eso sí, no te olvides de seguirme al menos en Instagram @imanolsanchez donde podrás conocer mucho más de mi.