Alguna vez hemos comentado en este blog el significado de algún traje de luces, o vestido de torear personal, pero ciertamente no nos hemos centrado nunca en su origen, el cual es una evolución natural de las vestimentas utilizadas hace más de cuatrocientos años por las personas.
El toreo antes del Siglo XVII no era considerado una profesión, era uno de esos alardes de habilidad y hombría que el ser humano mostraba jugando y luchando de tu a tu con el toro bravo y que emanaban del propio pueblo. Por lo tanto cada cual dependiendo de su grado social realizaba dicho juego con sus propias vestimentas. Por aquel entonces el toreo a caballo, propio de los nobles, era lo mas destacado, lancear toros era lo que solían hacer. Los pajes eran ayudantes de los caballeros desde la arena, en los años venideros estos cobrarían mayor importancia y darían paso al toreo a pie.
Los primeros trajes de toreros a pie datan de las primeras décadas del Siglo XVII cuando los toreros de a pie, aragoneses, navarros y andaluces comenzaban a acudir junto a sus cuadrillas con indumentarias mas elaboradas, entre ellas los tocados, lo que posteriormente evolucionaría en monteras, y las bandas. Aquello dio paso a que comenzara a llamárseles bandas de toreros.
Calzón, coleto de ante negro, mangas acolchadas con terciopelo negro y cinturón bien ceñido eran las prendas que formaban el vestido de torear en aquel Siglo.
En 1730 los toreros, llamados toreadores, fueron vestidos por la Real Maestranza de Caballería de Sevilla, con vestidos de color grana con galón blanco; acabó siendo el uniforme oficial de la Maestranza. Este encarnado y blanco se mantuvo durante más de 60 años como uniforme oficial. Fuera de Sevilla, como en Madrid, Granada y Aranjuez, los toreros tenían cierta libertad en los colores y adornos de sus trajes, siempre que fueran sobrios.
Pero realmente la revolución del traje de torear la introdujo «COSTILLARES» en 1787, durante una corrida la cuadrilla del maestro vistió un trajes de color verde, con galones de plata brillante y con hojuelas de plata para las costuras (lo que evolucionaría en las actuales lentejuelas), aquel hecho quedo retratado por uno de los más ilustres aragoneses, D. Francisco de Goya quien inmortaliza a los toreros con un tocado en la cabeza y el pelo recogido en una redecilla negra.
Más adelante los materiales del vestido de torear fueron sustituidos, se cambió el ante por la seda; adoptándose el traje de majo, que ha llegado hasta nuestros días.
Entre 1830 y 1835, “Paquiro” se presenta sin la típica redecilla y aparece con la montera. Las primeras monteras eran de gran tamaño y más altas que las actuales (algunos las achacan como origen napoleónico); realizadas en astrakán y adornadas con borlas en los laterales. “Paquiro” también introduce en el traje las “luces”, a través de las lentejuelas, una gran novedad, y muy estética, para la época.
En el Siglo XX con cambios no excesivamente significativos en la vestimenta comienzan elaborarse vestidos de torear más ceñidos que eviten enganchones al torear, con cambios en los tejidos y las dimensiones de las chaquetillas o alamares el vestido de los toreros actuales es el de hace 120 años.