Ayer en un anhelo de buscar ilusión allá donde ya no la hay me dio por ojear historias en youtube (quizás a modo de motivación) de un último suspiro de vida, historias de toreros que como yo y centenares de compañeros vivimos. La desesperación de ver cómo la meritocracia, las llamadas de nuestros representantes, la preparación y/o apostar por vías diferentes de potenciar nuestras carreras no sirven de nada.
De nada sirve triunfar, de nada sirve llevar gente a la plaza, nada sirve si eres un torero independiente que no tiene un representante que gestione plazas.
Y si nada sirve para vivir, pues torear es la única forma de sentirse vivo un torero, da igual cualquier riqueza, cualquier buen puesto de trabajo, si sólo torear nos hace vivir ¿Qué demonios hacemos aquí los centenares de toreros humildes que toreamos 2, 3 ó 4 corridas al año y que obviamente no dan para vivir?
Quizás lo que simplemente haces/hacemos es buscarnos la vida, torear es vivir. No hacerlo es estar muerto en vida. La mayoría hemos crecido desde nuestra infancia bajo los positivos valores que esta profesión nos transmite, pero siempre con la ilusión de torear; (“ser figura del toreo” decimos cuándo empezamos) pero conforme pasan los años y ves la cruda realidad, no por renegar de la ambición, sino por el mero hecho de ser felices toreando cambiamos la frase diciendo: “tan sólo quiero que la profesión me devuelva una pequeña parte de lo que a ella le he entregado”, buscando torear un número de corridas que te den para vivir y sobre todo para sentirte torero de una vez.
Horas, días, semanas, meses y años entrenando tarde y mañana, más las noches sin dormir por no saber si quiera cuando vas a volver a ponerte el vestido de luces.
Un año pasó desde que el 13 de agosto de 2016 me vistiera de luces en Huesca, (triunfando por cierto, aunque de poco sirvió porque me dejaron fuera de la feria al año siguiente…), hasta que lo volví a hacer el mismo día pero del año siguiente, esta vez en Calatayud, donde volvía cinco años después, al parecer por plantarle cara al antiguo empresario al defender, años atrás post-alternativa, mi honorabilidad y la meritocracia de haberme ganado volver, y vaya si le sentó mal que la defendiera por mi canal de audiencia, las redes sociales, no solo es que no me contratara sino que no le debía hacer gracia que si lo hicieran otros.
Parece que cuando eres yunque solo vale ser “Elton”, el tonto de turno; oír, ver, callar y no molestar.
“Los cojones en el ruedo” o “Los toreros hablan con la muleta y la espada” suelen decir algunos. Y oye, razón no les falta, es más, así debiera ser, pero coño, en los tiempos que corren que las oportunidades no llegan, te las ningunean o no te las dan cuando mereces habrá que pedirlas antes, y defenderlas si te las has ganado. Digo yo.
En cualquier otro sector sería lo normal, en este no es así, si lo haces eres presa de la ira, se sienten amenazados y sumamente dolidos, y ¡OJO! no digo que sea fácil ser empresario y poner a todos los toreros, pero haciendo autocrítica, quizás debieran pensar que para que un ser humano, un TORERO, llegue a esa situación a lo largo de su carrera en la que avanza con la mayor prudencia posible para no molestar a nadie, aun teniendo razón en ocasiones y evitar “cerrarse puertas”, ha tenido que sentirse HUMILLADO sustancial y reiteradamente. Ha tenido que aguantar unas cuantas putadas hasta tomar la decisión de defender pública y polémicamente lo ganado.
Sí, lo digo claro HU MI LLA DO, no solo no vale con no poner a un torero, sino que en ocasiones las formas, y perdonen la expresión, son dignas de ir y pasar por sus oficinas como el caballo de Atíla. ¡Porque el daño moral y emocional que hacen en ocasiones es inhumano!.
Podría poner un ejemplo de este mismo año, donde a uno, aunque no lo encajen en una feria lo hacen sentirse torero, y seguir trabajando con ilusión.
Pero claro para eso nos tenemos que ir a Cerét (Francia); mis apoderados llamaron insistentemente, como es habitual, para encajarme en la feria, nos respondieron muy seriamente y semanas más tarde, horas antes de presentar los carteles recibimos una llamada, mis apoderados ilusionados seguro que pensaron que estábamos dentro, pero… error, la llamada era para comunicarnos que este año había sido imposible, no obstante las puertas de Ceret no estaban cerradas para Imanol Sánchez.
Y mi pregunta es ¿Tan difícil es tratar a los toreros como lo que son, toreros?, te fastidia no torear, obvio, porque para eso se prepara uno, pero hacer a los toreros sentirse respetados y valorados en ocasiones solo es cuestión de perder tiempo en una llamada para decir que esta vez es imposible.
Y este post en el que ahora mismo estoy escribiendo todos mis sentimientos, no trata de criticar los desdenes a los que estamos sometidos los toreros modestos en ocasiones (no por todos), porque también hay que reconocer que hay empresarios (jóvenes con ideas nuevas, y de los de toda la vida) que todavía les queda algo de romanticismo o simplemente humanidad, y en otras ocasiones con miras de futuro y/o justos y cuentan con toreros en mi posición para darles oportunidades.
En otras ocasiones estos también están condicionados por culpa de los pliegos que imponen los políticos (el primer torero de los diez primeros y el segundo de los quince, etc) hacen imposible que ni en plazas de segunda o tercera quede un hueco para nosotros, tan siquiera en nuestra región. ¿Y quién combate esto? Pues quien va a ser, nadie… desamparados otra vez.
Y es que hay que reconocer el buen trabajo que hacen asociaciones de colectivos taurinos en defensa de la fiesta brava, pero defenderla también sería defender los intereses de los «modestos», y… es triste decirlo pero andamos muy desamparados en cuanto a pliego en plazas de menor categoría donde podríamos tener cabida.
También hay ganaderos que creen en nosotros y no faltan nunca vacas en sus casas para que no perdamos la ilusión, para que estemos en contacto con el toro y para que estemos preparados «si hay que entrar en guerra», o centenares incluso miles de aficionados que nos alientan en redes sociales para no tirar la toalla, pero al final la última palabra para torear no depende de ninguno de nosotros.
No es que yo tenga la verdad absoluta en esto, me he equivocado y me equivocaré y si así ha sido o así es, no he tenido reparo en dos cosas; la primera en pedir disculpas o explicar porque lo hice, y la segunda aprender la lección.
Que a nadie se le olvide que la tauromaquia es una acción de valor y de fe, desde el torero hasta el aficionado, y para ser valiente hay que tener fe, y asumir las consecuencias.
De hecho hacía tiempo que me rondaba por la cabeza escribir estas líneas, por las cuales seguro que muchos me criticarán, incluso algunos me sentenciarán.
Ya me paso en su día con el famoso vídeo viral a las puertas de la plaza de toros de Zaragoza donde tras triunfar en ella, el empresario que entonces la gestionaba no solo no me devolvió la oportunidad ganada (tampoco pienso que lo hiciera de manera intencionada, sino que fueron circunstancias de sus compromisos que lo pagó el más débil, osea yo), sino que digamos pecó de jugar con la carrera y los sentimientos de un torero y de un ser humano, fácil no es acartelar a todos desde luego, pero quizás el no, si no alguna de su mano derecha sabe muy bien no hubo justicia para conmigo y alguna que otra indiferencia. Lo intentaremos esta vez en Madrid donde este año vamos a seguir insistiendo para confirmar alternativa.
Sí, la carrera literalmente porque muchas otras oportunidades dependen de plazas como Zaragoza, y no ir ha significado congelar mi carrera y la oportunidad de torear en otras plazas con credenciales varios años.
Pero bueno, seguro que estoy más cerca de volver a Zaragoza (espero que por fin sea este año), de tener mis dos toros y demostrar si estaba en lo cierto o no. Igual que espero confirmar en Madrid, como ya he dicho antes, y quien sabe, quizás entonces, quizás en ese momento si verdaderamente no pasa nada relevante sea yo quien me apee de esto, pero hasta entonces, con mis credenciales y con lo ganado me lo merezco igual que se lo merecen muchos compañeros que han triunfado con las cartas que les ha tocado jugar.
Como bien decía, asumo que se me critique, por supuesto, asumo que esta carta siente mal, incluso se mal interprete. Asumo incluso que sea mi puntilla total en la profesión, porque no hay acción sin reacción y menos en esta profesión.
Pero espero que sirva para que muchos empresarios piensen dos veces a la hora de tratar a los toreros, y con ello que como mínimo muchos de mis compañeros sean tratados y valorados como merecen. Para que los políticos piensen en los pliegos y ayuden a los de abajo tal y como hacen con el deporte u otros sectores, en definitiva, no se trata de que nos regalen nada, pero si de que no se pongan muros detrás de las barreras.
PD.: Mii profesión es la mas bonita, la mas rica en valores y lo mejor que me ha pasado en la vida. Por supuesto no todos son «malos». Pero si espero que el echar la «pata pa’ lante» con este post sirva de reflexión y como mínimo quien se tenga que ir de la profesión sea porque no ha aprovechado las oportunidades, y no por el abandono de los trejemanejes del sector. (Pongamos como ejemplo Francia y su manera de gestionar sus plazas) y que los triunfos se tengan en cuenta como mínimo para volver de nuevo a donde se triunfó.
Por Imanol Sánchez