El ser humano por norma general ataca aquello que no entiende, intenta quitarle la credibilidad que este tiene negando la propia realidad. En otros casos va más allá y cuando la realidad es evidencia pura se le da la vuelta, como ha sido el caso del aragonés más universal y uno de los mejores pintores de todos los tiempos; Don Francisco de Goya.
El lobby antitaurino ha querido propagar por el mundo que Francisco de Goya y su serie de grabados taurinos, eran una denuncia a la misma tauromaquia como algo cruel ya por aquellos años. No obstante, no hay nada como recurrir a la propia historia para desacreditar esta falacia que los antitaurinos quieren propagar.
Hay una serie de correspondencias reflejadas en importantes Epistolarios, que constatan que «Francho» como era conocido Goya en en su pueblo natal, Fuendetodos, fue gran aficionado a la tauromaquia, de la que disfrutaba acercándose a los principales toreros de aquella época, o que utilizaba como antídoto psicológico para evadirse en los momentos emocionalmente bajos del genio. Correspondencia que por supuesto desacredita esta mentira.
El dramaturgo y poeta Fernando Moratín escribe en 1827: «Goya dice que él ha toreado, en su tiempo, y que, con la espada en la mano, a nadie teme. Dentro de unos meses, va a cumplir ochenta años».
«Goya se transformaba, los días de toros, con su gran sombrero, su chupa y capa terciada, y, con su espada debajo del brazo… entablaba relaciones con los toreros de más nombradía, injeríase, identificábase con aquellas interioridades que más perfectamente revelan el carácter de sus héroes». dejaba escrito el pintor Valetin Carderera en 1835.
La gran amistad entre el político aragonés Martín Zapater y Goya deja reflejada otra prueba más a través de sus correspondencias de la ferviente afición taurina del pintor español a la tauromaquia, cuando este a través de una carta se preocupa por el estado de salud de Zapater: «Tienes muchos asuntos y te pide el cuerpo venir a Madrid, lo dejas todo y te vienes a ver cuatro fiestas de toros y comedias y te ríes muy bien de todo…»
«Yo estoy lo mismo, en cuanto a mi salud; unos ratos, rabiando, que yo mismo no me puedo aguantar… El lunes, si Dios quiere, iré a ver los toros». Dejo reflejado Goya en otra carta dirigida a su amigo en 1794.
Si todo este contenido sacado a la luz por Andrés Amorós fuera poco, hay una última realidad y que desbarata por todo lo alto la intención antitaurina de posicionar las pinturas de Goya y al propio artista como uno más de ellos, y es que el genio de Fuendetodos firmanda sus cartas como «Francisco del de los toros».