Corría mayo de 1939, concretamente el día 24, la plaza de toros de Las Ventas que incluso se había convertido en huerto retomaba su actividad taurina, con la llamada Corrida de la Victoria, para tal hecho integrarón el cartel el rejoneador Antonio Cañero y los espadas Marcial Lalanda, Vicente Barrera, Pepe Amorós, Domingo Ortega, Pepe Bienvenida y Luis Gómez, «El Estudiante», por aquel entonces Lalanda y Ortega eran los toreros a los que con mayor fervor se esperaba y que más rivalizaban.
El primer toro de la tarde corrió en suerte de Marcial Lalanda que una vez metido en la faena de muleta y como sucede en todas plazas de toros del mundo, el respetable pidió que sonara la música; ¡acto concedido!. Todo transcurría según la normalidad de cualquier corrida de toros, hasta en el cuarto toro de la tarde correspondiente a Domingo Ortega, el respetable también pidió que sonará la música, a lo que el director de la banda se negó, no complaciendo a los partidarios del torero de Borox. ¡Y ahí, comenzó todo!
Fue tal el enfado, que en Las Ventas, una plaza con capacidad de 25.000 espectadores, se montó una soberana trifulca entre partidarios de Lalanda y de Ortega, tal era la pasión de unos partidarios y otros que la tangana fue monumental por lo que el director de la banda decidió no tocar más durante lo que restaba de corrida. Acto, que ha quedado instauro de por prohibición del régimen para evitar alteraciones de orden público, hasta nuestros días.
Es por ello, que en la plaza de toros de Las Ventas de Madrid durante la faena de los toreros nunca más volvió a sonar la música, a excepción del 16 de octubre del año 1966, cuando Antonio Bienvenida se encerró con seis toros; este en el último par de banderillas del quinto toro decidió brindarlo al director de la banda de música, quien como señal de agradecimiento ordeno hacer sonar el pasodoble Gato Montés.