Por Imanol Sánchez
A mis treinta años todavía tengo varios recuerdos no muy lejanos de mis dos pueblos, uno de ellos, Abanto, mucho más pequeño que donde resido, Pedrola, y tengo recuerdos fielmente ligados a mis abuelos, Tomás y Epifanio y sobre todo ligados al entorno rural, al campo.
Un entorno, cien por cien ecológico, donde ambos trabajaban sus tierras, sus animales, de los cuales vivían ellos y sus familias. Vivían de lo que cosechaban o criaban para consumo propio y del remanente económico que esto suponía para sus bolsillos como actividad del sector primario.
Esto parece ser que queda obsoleto, en un mundo cada vez más urbanita, no voy a decir que ser urbanita sea el pecado, pero si es pecado que la clase política, sea del extremo que sea, o del color que sea, con su afán de conseguir votos, cada vez discrimine más, sobre todo en España, a un 20.7% de la población, casi diez millones de habitantes que viven en el mundo rural, haciendo caso omiso a las necesidades del habita rural o sucumbiendo a las presiones mediáticas de los animalistas para cambiar la forma de vida de millones de personas.
Una brecha cada vez mayor entre lo urbano y lo rural, que sin lugar a dudas, los lobbys animalistas aprovechan desde sus poltronas, subvencionados por sectores empresariales que humanizan a los animales, y desruralizan a los humanos para aumentar el dinero de sus bolsillos.
Son estos mismos animalistas, que no ecologistas, los que desde las orbes de las grandes ciudades, no solo no respetan la forma de vida de parte de la población, si no los que con sus ideas enfermizas, propias de una secta, quieren imponernos al resto del mundo una forma de vida. Pero no la que todos buscamos, sino la que ellos quieren imponernos. Por que sí, Por cojones.
Y es justo ahí, con la vista puesta hacia otro lado, de aquellos, los políticos, los gobernantes y la inacción para mejorar el entorno rural así como su afección a este lo que da paso a que cada vez avance más la idea de imponernos al resto un modo de vida, que ni pedimos ni queremos.
Señores, el mundo rural existe, ganaderos, agricultores, cazadores, taurinos y habitantes de pequeños pueblos queremos seguir viviendo libres.